sábado, 19 de enero de 2008

Hablemos de las siestas






Ya había comentado que las siestas son un tema para Sebastian y por ende para mí; principalmente porque le cuesta quedarse dormido sin apoyo. Entiendo que su sentido de la vista está cada vez más desarrollado y es más facil de estimular y distraerse; y también supongo que es muy rico quedarse dormido en brazos o tomando pecho. La niñera experta en su libro "el secreto de tener bebés tranquilos y felices" plantea que enseñarle a dormirse solo le da el regalo de la independencia. Es por eso que he venido intentando darle el dichoso regalo probando distintas cosas en la transición: acostarlo boca abajo, arrullarlo con canciones o shishearle, darle palmaditas en las pompis, acostarlo en su cuna y dejarlo llorar (lo que me da una espantosa sensación de culpa). Hasta que últimamente he optado por permitirle saltarse algunas siestas. De plano advierto que no es fácil ni instantáneo, requiere de mucha paciencia y aun no me considero en lo absoluto que lo hemos logrado. Los intentos más recientes son tranquilizarlo en brasos aprovechando el vaivén de la hamaca y la última de mi amiga Karla, acariciarlo en la carita y en el entrecejo. Hasta que por fín esta tarde, mientras almorzábamos y el reposaba en el coche, se quedó dormido S O L I T O ! Supongo que estaba agotado así como entendería que tendría que esperar para ser arrullado. La siesta posterior a esta en el coche, esta misma tarde, lloriqueó en su cuna, lo pasé a mi cama para que pudiera verme mientras yo hacía algunas cosas, lloriqueó hasta que se encontró la mano, se calmó chupándola y... tarán! volvió a quedarse dormido solo. Si se puede, es solo cuestión de paciencia y aceptar que será un tira y encoge... una eterna negociación, donde una ponga los límites y las reglas.


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